El Eco y el Borracho - #006

Episodio #006 




La Perla del Navegante


¡Bienvenido visitante!


Soy Gerwuer, el navegante que busca perlas y las comparte.

Las perlas son valiosas, son como piedras preciosas, pero no se encuentran en la superficie de la tierra, sino en las profundidades del mar.

Si las quieres conseguir las tienes que buscar. 


Existen perlas que son genuinas, son muy especiales,

también existen las perlas artificiales, que son solo vanidades. Pero yo busco y comparto las perlas espirituales.


Estas son las principales porque tienen un valor eterno.

Si las quieres descubrir acompáñame en este velero que navega rumbo al cielo.



Hola, ¿Cómo estás? 

 

En esta episodio quisiera compartir la historia de don Antón, un engreído señor que tenía muchos problemas con el alcohol.


Era tanto lo que este hombre  bebía que siempre se perdía y se imaginaba que escuchaba voces de personas que no existían.


Una noche, como tantas otras, 

andando de fiesta, bebió más de la cuenta. Regresaba a su casa caminando bastante chueco y de pronto se encontró hablando con su propio eco.


La verdad es que se pegó un gran tropezón casi en la puerta de un convento y así comienza este cuento.



El Eco y el Borracho


El eco y el borracho

Autor: Francisco Añon (1812-1878)


En noche oscura y brumosa,

tan achispado iba Antón,

que cayó de un tropezón

en la acera resbalosa.


Soltó un feo juramento

diciendo: ¿quién se cayó?

Y en la pared de un templo

repercutió el eco: ¡"Yooo"!.


- ¡Mientes! Fuí yo quien caí,

y si el casco me rompí

tendré que gastar pelucas.


- ¡Luuucas!


- ¡No soy Lucas, no señor!

Vamos a vernos los dos

ahora mismo FARSANTÓN.


- ¡Antóoon!


- ¡Me conoces, eh! tunante!

Pues aguárdame un instante,

y conocerás mi navaja.


- ¡Baaaja!


- Bajaré con mucho gusto

¿Te figuras que me asusto?

Al contrario, más exalto…


- ¡Aaalto!


- ¿Alto, yo? ¿Piensa el osado

que en este pecho esforzado

el valor ya está marchito?


- ¡Chitooo!


- ¿Y pretende el insolente

mandar callar a un valiente?

¿Que calle yo? ¡Miserable!


- ¡Haaable!


- Hablaré, por vida mía,

hasta que tu lengua impía

con este acero taladre.


- ¡Laaadre!


- ¿Ladrar? ¿Soy perro quizás?

Pero, ¿Dónde villano, dónde estás que de esperarte me aburro?


- ¡Burro!


- ¿Burro yo? Insulto tamaño, vengaré de un modo extraño; 

el momento es oportuno.


- ¡Tunooo!


- ¿Mas, dónde está el majadero

que me toma por carnero?

Responda. ¿Dónde se encuentra?


- ¡Entraaa!


- Sal tú, si no eres cobarde;

y apresúrate que es tarde.

A pie firme aquí te espero.


- ¡Perooo!


- ¡No hay pero que valga, flojo!

Sal ya que estoy viendo rojo

y ansío tenerte en frente…


- ¡Eeente!


- ¿Pero dónde estás? Repito

que estoy oyendo tu grito

y tu ausencia ya me admira.


- ¡Miraaa!


- Si, miro; pero, ¡Qué diablo!

No puedo ver con quien hablo,

pues no aparece ninguno.


- ¡Unooo!


- Uno o cien, lo mismo da.

Que salga, que salga ya.

Lo espero, ¡Aquí me coloco!


- ¡Locooo!


- ¿Así te burlas de mí?

¿Quién eres, quién eres, di?

No me hagas perder la calma.


- ¡Almaaa!


- Mas, si eres un alma en pena,

¿Cómo es que no oigo tus cadenas?

Basta de bromas; concluye.


- ¡Huyeee!


- No tal; no me iré de aquí

sin saber quien me habla así.

Dime siquiera tu nombre.


- ¡Hombreee!


- ¿Pero estás vivo o difunto?

Aclara bien este punto,

que a mi ya nada me asombra.


- ¡Sombraaa!


- ¿Una sombra y la insulté?

Perdóname, es que tome cuatro copas con bizcocho.


- ¡Ochooo!


- ¿Ocho dices?, no pardiez.

Fueron siete tal vez.

Una fue para Ramona.


- ¡Monaaa!


- No hubo mona, no señor.

Me puso alegre el licor 

y a Ramoncita también.


- ¡Bieeen!


- El vino apenas probé 

y sin embargo gasté 

cuatro pesos con cincuenta.


- ¡Cuentaaa!


- ¡Contaré si así lo quieres,

pero hablar de las mujeres 

Ramoncita a enojarse va.


- ¡Baaah!


- Fue en el bodegón del puerto.

Todos dormían por cierto y estuve con ella sola.


- ¡Holaaa!


Si, sola, sola, solita,

porque teníamos cita.

Pero no me le acerqué.


- ¡Queeé!


- No me acerqué te aseguro.

Si quieres también te lo juro.

Son testigos los durmientes.


- ¡Mieeentes!


- Sombra que todo lo sabes,

despídeme cuando acabes que por mi parte acabé.


- ¡Veee!


- Prometo no más beber, 

no más mujeres querer,

¡Santa sombra Veneranda!


- ¡Andaaa!


Marchose Antón al momento y en casa confíó a su esposa que una sombra pavorosa en la acera del Convento le había hablado y no era cuento.


Sobre el Autor

Esta Poesía se atribuye a don Francisco Añon, un poeta y periodista español nacido en Galicia en 1812. 


El relato fue escrito en 1857. Durante ese tiempo don Francisco estaba viviendo en Sevilla. Según se comenta, le gustaba disfrutar de las cosas del mundo, era un poeta romántico, aventurero y muy bohemio. 


No lo puedo saber, pero tal vez la poesía esté reflejando algo de lo que fueron sus últimos años de vida. Don Francisco Añon termino su recorrido muy enfermo y en una completa miseria. Estando lejos de su pueblo y de la gente que lo vio nacer murió en Madrid en 1878 con 66 años.


Hay muchos que, al igual que Antón, navegan por el mar de la vida y tienen grandes problemas con la bebida.


La Biblia tiene muchas enseñanzas sobre el problema que causa la bebida, no solo en el cuerpo, sino también en el alma.


Además de arruinar su propia  vida, el que mucho bebé también destruye su familia.


Son incontables los casos de personas que han perdido la vida por culpa de la bebida.


El sabio Salomón inspirado por Dios escribió estas palabras que representan muy bien a este hombre llamado Antón:


Proverbios 23:29-33

29 - "¿Para quién el sufrimiento? ¿Para quién la tristeza?

¿Para quién las peleas? ¿Para quién las quejas?

¿Para quién las heridas sin sentido? ¿Para quien los ojos enrojecidos?

30 - Para el que vive pegado a una botella de vino

y anda mezclando tragos de todo tipo.

31 - Por eso no te detengas a mirar lo rojo que se pone el vino,

ni cómo brilla en la copa, porque baja suavemente;

32 - pero al fin te pica como serpiente y como víbora causa dolor.

33 - Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón hablará perversidades."



Antón terminó asustado, creyendo que una sombra misteriosa era la que le hablaba en la acera del convento. En esa situación prometió dejar de beber y dejar de andar engañando a su mujer.


Muchos hacen promesas y quieren cambiar pero al final luego se olvidan y vuelven a tomar.


Hay una alternativa para poder comenzar de nuevo. Es necesario buscar a Dios con un corazón sincero.


Quiero terminar el episodio dejando esta Perla que está basada en las palabras del apóstol Pablo en Efesios 5:18



La Perla para atesorar:




"No se emborrachen, pues perderán el control de sus actos. Más bien, permitan que los llene y los controle el Espíritu Santo"


Para finalizar quiero decirte que existe una Perla especial, es la Perla de gran Precio, no se encuentra nada igual, ni en la tierra ni en el mar.  Si la quieres encontrar la debes buscar. Esa Perla está en la Patria Celestial y hacia allá vamos, siguiendo la voz del Capitán, te invito a que des un paso de fe y que subas al Velero sigamos, juntos a Jesús el único que nos lleva directo al cielo. 


Gracias por visitar el Blog de: "La Perla del Navegante"

Si compartes estas Perlas puede ser que otros conozcan el camino a la vida eterna.


Si estas verdades te enriquecen y te liberan, te pido que las compartas con otros que en este mar de la vida también navegan.


Visita el Blog aquí 👉 La Bitacora de Gerwuer y descubre todo lo que hay en este velero.

Te saluda Gerwuer el Marinero.⛵️

Hasta la próxima, si Dios lo permite.




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